miércoles, 14 de noviembre de 2007

Concurso Zonanegativa

A petición de Alvaro voy a poner ésta entrada, aunque la verdad es que no lo tenía muy claro. Primero que nada, tendré que poneros en antecedentes, y espero hacerlo lo más resumidamente posible.

La semana pasada, no recuerdo si el lunes o el martes, y no tiene mucha importancia, Alvaro me comentó que había un concurso en una web sobre comics que visita habitualmente, y que el premio era un pack de DVDs de la primera temporada de "Héroes". Para concursar había que presentar un relato inédito que tratara sobre un héroe, y especificaba en las bases que debía explicar cómo descubre sus poderes, y en qué los utiliza. Así que me preguntó si le haría el relato.

Normalmente yo no hago relatos con esa tématica. El plazo para entregarlo terminaba el viernes a las 23:59 horas, y la verdad, es que se me complicó bastante la historia. No la historia en sí, porque conseguí crearla en mi cabeza, sino más bien el sacarla de ahí. La primera versión de la historia no le gustó, más que nada porque se me fue la vena sangrienta que se me va siempre (los pocos masoquistas que habéis leído una historia mía ya lo sabéis), y además porque en la historia terminaban todos los "malos" muertos.

Así que con los consejos y sugerencias de Alvaro, cambié algunas cosillas, y creo que quedó bien enlazada y más ajustada a los estereotipos heróicos (eso de que los "héroes" no maten a mí nunca me terminará de convencer). Y bueno, lo presentamos.

Total, que no ganamos. Alvaro tenía mucha fé en el relato. Yo suponía que habría relatos también bastante buenos, y desde luego, no pensaba en modo alguno que el mío fuera el mejor, pero sí que tenía oportunidades. Así que esperamos a que empezaran a publicar los relatos ganadores para valorar.

De momento he leído dos, porque los publican día a día. Y el segundo es buenísimo, realmente. De esos que en los Clanes yo hubiera valorado con un 10 redondo. Pero el otro... como yo siempre digo, le hubiera dado un 6 sólo valorando el esfuerzo. Pero ni siquiera estaba cerca del otro. Y comparando, el mío tiene muchas carencias, pero desde luego al menos la redacción es correcta (con algún lapsus aparte que he descubierto en una relectura posterior).

Y no soy la única que piensa así, visto los comentarios que el primer relato está recibiendo. No contra el autor, la verdad, que contra él nadie tiene nada, sino contra la valoración. Aquellos que han valorado, han llegado a comparar el estilo de ese relato con Saramago ¿?¿? Y vale, se parece en el hecho de que presenta párrafos de 7 o más líneas con frases únicamente separadas por comas. No se que les habrá hecho el punto, pero realmente, si quieres utilizar ese estilo, al menos debes colocar correctamente las comas. Que no es lo mismo decir "aquello fue para mi, lo mejor que me había pasado" que decir "aquello fue, para mí, lo mejor que me había pasado". La primera denota sentido, y la segunda opinión. Un ejemplo así de tonto resume todo el texto, además de que la trama no era para nada original, ni creativa. Dramática sí, pero en un exceso de victimismo que a mí, personalmente, no me gusta nada.

En fin, que Alvaro me pidió que colgara aquí al menos nuestro relato. Y a eso voy. Y ya de paso dejo el enlace a Zonanegativa.com, por si alguien quiere comparar.

"DESPERTAR A OSCURAS"
La luz de la consulta parpadea levemente cuando entro. El hombre de bata blanca, sentado en una mesa blanca repleta de papeles blancos, levanta la vista y agita la cabeza visiblemente contrariado.

- Recortes de presupuesto… lo único que nos faltaba es que nos cortaran la luz. – me sonríe mientras me siento delante de él, y yo esbozo una sonrisa de compromiso. No tengo tiempo, ni ganas, ni fuerzas, para una conversación trivial con mi médico. - ¿Y bien? Cuéntame...

Mira el reloj. Tengo tres minutos, no más. ¿Pero cómo hacer para contarlo todo en tres minutos?

Todo empezó hace siete meses. Volvía del trabajo bastante tarde, pero no más tarde que de costumbre. El traje me pesaba en el cuerpo, y me sentía sudoroso y cansado, como me ocurre siempre después de una actuación. Por que soy mago. Me gano la vida creando ilusión en la gente. Es mi don. Pero el maletín que llevaba no era una ilusión, y pesaba en mi mano como una condena.

Fue entonces cuando sentí la ligera vibración en mi bolsillo, y solté el maletín un momento para contestar al móvil. Ni siquiera pude comprobar quién llamaba. Sentí un fuerte dolor en la espalda, e incrédulo me giré sin saber qué era lo que esperaba ver detrás de mí. “¡Sujétalo¡ ¡Sujétalo!” Un hombre se lanzó sobre mí, y me golpeó en el cuello dejándome apenas sin respiración. Y yo no entendía las palabras del otro, pues estaba claro que no tenía opción alguna de defenderme. Un puñetazo en el estómago hizo que se me doblaran las rodillas, y fue entonces cuando caí al suelo, con las manos intentando arrancar el dolor de mi vientre. Después, una patada brutal en mi cara resonó acompañada del chasquido de mi nariz al romperse. Caí al suelo en posición fetal, intentando protegerme la cara y el torso, hasta que por fin dejé de sentir, como si me hubiera quedado dormido de repente.

No hubo luz blanca, salvo la de las lámparas halógenas del hospital en el que desperté horas después. Miré mis manos despellejadas y se me pasó la absurda idea por la cabeza de que no podría trabajar durante un tiempo. “No tengo dedos sanguinolentos en el maletín de magia”, pensé. Creo que fue la medicación, porque recuerdo que en aquél momento no sentía dolor alguno.

Una bolsa llena de recetas y pastillas me acompañó al salir del hospital, junto con mi maletín de magia y el resto de mis objetos personales. No faltaba nada. No lo entendí entonces. A mi alrededor sentía miradas extrañadas, murmullos y silencios. Había rumores de que junto a mí habían encontrado a otros tres hombres, y que su estado era mucho peor que el mío. Pero yo sentía como si un velo de oscuridad ocultara todos esos recuerdos.

El efecto de los calmantes llegó a su fin cuando llegaba a casa, oportunamente ante las escaleras. La bolsa del hospital me pesaba ahora como una condena, pero el maletín parecía haberse convertido en la losa de todos los pecados del mundo. Sentía crujir mis rodillas en cada escalón, deseando que fuera el último de mi vida. Eran dos pisos, pero para mí fue como ascender el Everest, y sin oxígeno, pues poco era el que llegaba a mis pulmones a través de mi nariz hinchada y taponada.

Mi casa estaba oscura y fría, apenas iluminada por la luz de las farolas que entraba a través de las ventanas. Arrojé mis condenas sobre el sofá, y me desvestí lo más rápido que pude. Desnudo, salvo por las vendas que me cubrían, me dirigí a la cocina sin encender luz alguna. Dos pastillas blancas que esperaba hicieran un efecto inmediato eran todo lo que deseaba. Dos pastillas blancas, y dormir. Y despertar quizás dentro de un mes, cuando todo ese dolor hubiera desaparecido.

Y por fin mis deseos se cumplieron. Dormí, como creí que nunca podría hacerlo. Un día y después otro, acompañado únicamente por unas pastillas blancas sobre la mesilla de noche. Mis heridas fueron remitiendo, y todo fue mejor cuando conseguí respirar normalmente, sin que la nariz o el pecho estallaran en cada aspiración.

Hasta que descubrí una nueva herida. Una que no había estado antes. Lo supe enseguida. Sabía de dónde provenía cada brizna de dolor. Y esa era nueva. Una línea delgada en el pecho, atravesando una de las pocas zonas que no habían tomado un color negro azulado. Me miraba en el espejo y observé el pecho desnudo, atravesado por esa extraña línea roja. No era muy profunda, pero sin duda debería haberme dolido cuando me la hice. Y dolor sobre dolor debía haber sido aún mayor si cabe. Pero no recordaba cómo había ocurrido. ¿Estaba ya ahí cuando me fui a la cama la noche anterior? No podría decirlo. Y el caso es que había zonas de mi piel que habían cambiado de color, oscureciéndose con el paso del tiempo, pero había otras partes en las que había manchas de un color extrañamente claro, rosado, como si fueran nuevos hematomas.

Acudí entonces por primera vez al médico. El hombre, de cabellos blancos y unos astutos ojos negros escondidos tras unas gafas de metal, me recibió amablemente. Debió sentir lástima de mi aspecto, aunque sin duda había mejorado mucho. Después comenzaron sus miradas extrañas, a cada nueva visita, a cada nueva herida o lesión que yo le mostraba.

Empecé a hablarle de mis sueños. Sueños que se sucedían incluso estando despierto. Imágenes perdidas que acudían a mi mente, y que yo sentía como si fueran recuerdos. Recuerdos que no recordaba haber vivido.

La sombra se deslizó lentamente, descendiendo sobre la fachada de oscuros ladrillos rojos. Apenas se podía distinguir su perfil, diluido entre otras sombras. Sombras alargadas y negras, casi espesas, en la oscuridad general de la noche.

Pero ésta sombra era diferente a cualquiera de las demás sombras. Era una sombra perdida. Una sombra sin dueño. Cambiaba de forma, mientras deambulaba a través de las fachadas, buscando la sombra de otros objetos. Ocultándose en ellas, para después aparecer claramente dibujada sobre la pared tatuada de firmas de colores. Era la sombra de un hombre, pero había abandonado a su dueño.

Sintió el eco lejano de unos pasos. El inconfundible sonido de unos tacones de mujer golpeando rápidamente la acera. La sombra se ocultó en otra sombra mientras el repiqueteo se aceleraba seguido de un murmullo de voces.

La mujer cruzó por delante de ella, sin verla. Su mirada estaba fija en el camino que le quedaba hasta llegar a su casa, quizás unos portales más adelante. Detrás de ella, un pequeño grupo de jóvenes, reía mientras la invitaba a unirse a ellos. La sombra se deslizó tras ellos, sin pensárselo siquiera, y suplantó la sombra de uno de ellos.

La calle desierta les dio seguridad y audacia. El alcohol sólo hizo aflorar sus más bajos instintos. Uno de ellos se adelantó y agarró a la mujer por el brazo. Otro de ellos envalentonado por la acción de su amigo, se colocó detrás de ella y la tomó por el cuello, arrastrándola hacia el callejón que se abría detrás de ellos como la boca de una cueva.

La mujer gritó y luchó por zafarse. La única respuesta que recibió fue en forma de vejaciones e insultos, y un golpe en la boca que rompió sus labios y los pintó con sangre. Se lanzaron sobre ella como animales sobre una presa acorralada, y el sonido de su ropa rasgada llenó la noche.

Pero la sombra también estaba allí, suplantando otra sombra. El hombre alzó la mano, buscando impulsó para asestar un nuevo golpe en el rostro de la mujer. La sombra entonces se golpeó a sí misma, y el hombre imitó el movimiento, golpeándose en el rostro con fuerza. La sombra tiró con fuerza de sus propias piernas, y el hombre cayó al suelo confundido sintiendo como su sombra tomaba el control de sus actos. Se deslizó hacia atrás, alejándose de la mujer, y el cuerpo del hombre se deslizó tras él, como si fuera una marioneta. El hombre intentó girarse, y recuperar el control de sus piernas. La sombra lo liberó entonces, pero no se ocultó. Se incorporó, y se mostró tal cual era. Una sombra negra, espesa. Tomó su propia forma humana. Como un hombre pintado en negro. Sus ojos se adivinaban como dos sombras aún más oscuras en su cabeza. Su boca era una cueva negra.

Los ojos de la mujer se abrieron desmesuradamente, y a través de sus propias lágrimas observó la sombra y tembló. Los hombres que la sujetaban descuidaron entonces su presa, pero ella fue incapaz de moverse. Sólo inconscientemente cubrió su cuerpo con las manos, intentando protegerse.

El hombre que permanecía tendido en el suelo se incorporó rápidamente. Tenía miedo, y retrocedió unos pasos buscando la seguridad que el grupo le proporcionaba. Otro de ellos en cambio avanzó hasta la sombra, golpeándola en el torso. Fue aire lo que encontró. La sombra pareció desdibujarse en el mismo momento en que recibía el golpe, y el impulso del mismo hizo que el agresor saliera impulsado hacia delante. La sombra se volvió entonces, nuevamente corpórea, y golpeó al joven en la espalda, lanzándolo contra la pared. El muchacho quedó inconsciente en el suelo.

La sombra se volvió entonces hacia el grupo que permanecía aún alrededor de la mujer. Pareció mirarles un momento, con sus ojos de sombra. Después, su silueta comenzó a cambiar. Una forma sin definir, pero cada vez más grande, hasta que se alzó casi a la altura de los grandes edificios que cerraban el callejón, absorbiendo cada sombra que encontraba a su paso. Incrédulos, tanto los hombres como la mujer pudieron ver como cada sombra del lugar se deslizaba hacia la forma oscura. Sus propias sombras parecieron despegarse de sus cuerpos, arrancando con ellas toda su fuerza. La forma apareció como una gran ola gigante, que se alzaba ante ellos esperando el momento de arrojarlos al abismo del mar. La mujer cerró los ojos esperando el golpe fatal. Los otros en cambio, intentaron huir de la negra ola. Pero ya no era posible. Cayó sobre ellos arrastrándolos hacia las profundidades del infierno, golpeando cada uno de sus huesos. Después, se retiró dejando un rastro de cuerpos rotos.

La mujer abrió los ojos al cabo de unos minutos. Había esperado la muerte, y le parecía que ya debía haber llegado. Cuando miró a su alrededor, sintió náuseas y vomitó violentamente contra la pared que la había protegido. Después se volvió, e intentó encontrar la sombra nuevamente. Sin comprender qué era lo que había pasado, avanzó entre los cuerpos inconscientes mientras con una mano sostenía los jirones de su ropa, mientras con la otra se asía a la pared para no caer.

La sombra observó como la mujer se marchaba. Sintió el dolor del sacrificio, mientras intentaba incorporarse. Observó por un momento sus manos despellejadas, y pensó “No tengo dedos sanguinolentos en mi maletín de magia”. Después cayó inconsciente, presa del dolor.

Ahora se que no son sueños. El mismo médico, la misma luz blanca de la consulta que parpadea de nuevo. El médico me mira como si estuviera loco, y su mano tiembla mientras firma la receta de un complejo vitamínico. Desea aparentar que no me cree, pero yo se que no es así.

Me levanto sin decir palabra, sosteniendo la receta entre mis manos. Siento como busca mi sombra, y como palidece por momentos.

- Ahora mi sombra y yo somos uno – digo, y la luz de la consulta parpadea y se apaga mientras salgo de allí.

1 comentario:

Diorán dijo...

Buenas. No me gusto demasiado. Se me hizo algo largo, o no me entretuvo lo suficiente. Además tiene algunos errores de repitición sobre todo hacia el final, por ejemplo fijate en este fragmento: "La sombra se volvió entonces, nuevamente corpórea, y golpeó al joven en la espalda, lanzándolo contra la pared. El muchacho quedó inconsciente en el suelo.
La sombra se volvió entonces... ".
Mejor narrado que el primer ganador, eso sin duda.
Saludos, y a seguir escribiendo. La insistencia es el mayor genio.