viernes, 23 de febrero de 2007

De puente a puente, y tiro porque me lleva la corriente


Éste, que representa la imagen, es, señoras y señores, el Puente de Calatrava, en Bilbao. También llamado por los lugareños, como yo misma, Zubi Zuri (Puente Blanco). La verdad es que es un puente bonito, no lo voy a negar. Se alza sobre la ría como si fuera la blanca vela de un barco, y se sostiene a base de largos cables blancos que se balancean suavemente. El suelo del puente está hecho de láminas de cristal, así que al cruzarlo debería dar la impresión de caminar sobre las aguas cual Jesucristo.

Pero digo debería. Y lo es porque la mayor parte de las veces lo que uno siente es como si patinara sobre hielo sin llevar patines. Y es que al Sr. Calatrava, el arquitecto en cuestión, ni siquiera se le pasó por la cabeza que en Bilbao, llovía. Vale, que sí, que ahora llueve menos (maldito cambio climático). Pero aún así, desde luego que nadie puede negar todavía que en el norte de España llueve bastante. Y el Sr. Calatrava no debió caer en la cuenta que combinar láminas de cristal y agua podía conllevar un resultado, por decirlo suavemente, desastroso.

No contento con eso, con las laminitas de cristal, no se le ocurrió otra cosa que diseñar un puente curvo, lo que crea una primera rampa ascedente de cristal, y para rematar, una descendente. Así que las abuelas, nuestras amamas, que se atreven a cruzar la pasarela en los días de lluvia, pues primero van resbalando y avanzando como caracoles por la rampa de subida, un paso hacia arriba, y dos hacia atrás. Y cuando llegan a la mitad del puente comienzan a patinar hacia delante, para coger velocidad en la rampa de bajada y acabar estampadas contra la valla de metal. Realmente sobrecogedor.

Y no sólo las abuelas. Los tacones son super traicioneros, ya que la base para patinar es menor. Eso sí, en esos casos, lo más probable es que caigas de lado. Y las zapatillas para qué contar... Lo de la suela antideslizante es una utopía.

En fin. El Ayuntamiento de Bilbao, después de las primeras denuncias de caídas una vez se inauguró el puente, se dedicó a inventar y reinventar diversos métodos para hacer que las láminas deslizantes de cristal se convirtieran en láminas no deslizantes de algo parecido al cristal. Nada funciona. Lo cual es aún más engañoso, porque una, pensando "ah, un cuadradito que no resbala" pisa confiada, para acabar con el culo en el suelo con más fuerza si cabe.

Vale. Todo eso es sabido. El puente lleva ya muchos años donde está, y ya "casi" nos habíamos acostumbrado. Pero ahora, el Sr Calatrava contraataca, cual Jedi justiciero, demandando al Ayuntamiento porque la obra que se ha añadido a "su" puente y que enlaza con el Ensanche, no le gusta. No le parece lo suficientemente buena para que vaya junto a su maravilloso puente. ¡Pobrecito!

Afortunadamente el Sr Azkuna ha estado esta vez (cosa rara) a la altura de las circunstancias, y ha declarado que esperará al arquitecto ante los tribunales. Y que se prepare ante la posible denuncia por los daños que ha tenido que cubrir el Ayuntamiento ante las quejas de los pobres usuarios de "su" puente.

Al Sr Calatrava se le podría recordar también la desastrosa obra de ingeniería que llevó a cabo con el Aeropuerto de Bilbao, La Paloma. Un recinto abierto a las corrientes de aire de Leoia, donde la ropa más adecuada para ir a coger un avión es un abrigo de esquimal.

Así que aquí acaba esta entrada. Indignada por cierto, para variar. Y con un último recado. Sr. Calatrava, es usted un fatuo y un ignorante.

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